15 de noviembre de 2008

LETI

Leti, era una de esas personas a las que empiezas a querer sin sentir.
Simplemente un dìa te dabas cuenta que ya era importante.
Era una persona menuda, morena clara, de cabello rizado, siempre bien peinado. De sonrisa enorme y mirada apacible.
Se notaba en su mirada su alma limpia.
Era de hablar acompasado, a veces demasiado, para mí, bueno, que puede decir una persona a la que se le agolpan las palabras en la boca.
Era amante de las novelas de la noche, cosa que yo he odiado desde que me considero una persona semi razonable.
Sí, era una buena persona.
Viví con ella, compartiendo un departamento la primera vez que viví fuera del nido materno.
Un día entre semana, que coincidimos, me invitó por no decir casi me obligo a ver la novela que veía más temprano.
Accedí, buscamos algo que comer mientras la veíamos, mientras yo me imaginaba unos doritos con salsa, fue al refri y sacó germén de alfalfa, no sabía si reirme, ponerme a llorar o buscar una maceta.
Cuando vio que no me iba a hacer comerme eso, me dejo ir por mis doritos, en ese entonces, tenía 26 años, ella 27.
Ella creía firmemente en comer sano. Linaza, siempre agua clara, nada de cigarros, que se diga del alcohol, ni hablar de sexo.
Todo lo bueno de lo malo no era para ella.
Y así pensaba llegar a muy vieja...
Un día deje de vivir con ella, regresé a mi tierra y ella se quedo en la tierra en la que nos conocimos.
Seguimos en contacto por correo y por el messenger. Me contaba los últimos chismes de la planta y demás.
Un día, desapareció.
Andaba yo tan ocupada en mis asuntos que no extrañe mucho sus consejos y sus buenos deseos.
Hace unos meses me enteré de su muerte acaecida el 12 de Diciembre de 2007. Después de una penosa lucha contra el cáncer, perdió la batalla la madrugada de ese día.
Por eso nunca supe más de ella. Escuche sin poder creerlo la historia de su agonía, de su impotencia al saberse sentenciada a muerte a los 31 años.
Ese día me tome una coca en su honor, y salí a la calle pensativa, mirando sin ver, caminando a ratos como pérdida. Tratando de no cuestionar los designios del destino, ese al que todos nos dirigimos, y cuando ví, el cielo parecía más azul y la vida seguía siendo igual. Sólo que ahora estoy más consciente de lo pasajero que es todo.
Ojalá que Leti, esté donde siempre quiso estar.

2 comentarios:

Xénit dijo...

Me gustó mucho este post. Siempre es triste cuando sucede algo así. No hay mucho qué agregar, la verdad lo dijiste todo.

Anónimo dijo...

Lettie, hablando de Leti, mira nada más, era hasta tu tocaya,que linda tu manera de decir ADIOS.